Los talentos, la pregunta y la herejía.
- Carlos A. Zertuche Zuani
- Jul 19, 2015
- 3 min read

Crecer por dentro
“A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”. - Oscar Wilde.
Los talentos.
Cada ser humano es único e irrepetible. Somos una combinación extraordinaria de genes y de historia. Bueno, al nacer todos tenemos ciertas habilidades o talentos, a veces los descubrimos pronto, a veces permanecen ocultos o nos cuesta toda la vida reconocerlos. En la búsqueda de esas monedas imaginarias que enriquecen la vida de los hombres participan de manera relevante: nuestros padres, los maestros y nosotros mismos, en ese ejercicio interesante de mirarnos dentro llamado: “introspección”.
Les tengo una buena noticia, frecuentemente se relacionan los talentos con inteligencia y éxito, y esto no es necesariamente cierto: “el concepto del IQ (coeficiente intelectual) está en crisis”. Pues si bien es cierto que hay una correlación entre IQ alto y un mejor desempeño en la vida esto no siempre garantiza el triunfo o la realización personal. Estudios recientes han demostrado que el IQ no es necesariamente determinado por la genética, el investigador Richard Nisbett en su libro “Inteligencia y como obtenerla” señala que el IQ se eleva cuando se proporciona en forma temprana una educación adecuada. Luego entonces, si bien la inteligencia o lo talentos son importantes no lo son más que la voluntad y la sensibilidad. No es preciso ser un genio o un iluminado, para ser mejores y aspirar a mejorar aunque sea un poco nuestro entorno.
En fin, el conocimiento enciclopédico es en sí mismo es estéril, la capacidad de abstracción y de relacionar dichos conocimientos es lo que verdaderamente importa. Los talentos, el entendimiento, o la inteligencia, se forman cuando se aprende a pensar; cuando se penetra dentro de las realidades y sus causas; cuando leemos “dentro de ellas”; de ahí el nombre inteligencia: “Intus legere”.
Finalmente les invito a que hagan un viaje, a que exploren y descubran para que son buenos y que al final del recorrido compartan lo que encuentren, les aseguro que van a sentirse mejor y van a hacer sentir mejor a los demás.
La pregunta.
¿Qué es la poesía?: Es la manifestación de la belleza a través de la palabra; es la encarnación, materialización del sentimiento estético; es una experiencia interior compartida; es una forma de instaurar la verdad del espíritu; es un misterio del pensamiento, pero sobre todo del sentimiento; es la forma y fondo de lo que realmente importa; es el alma de los hombres dibujada con palabras; es mantenerse niño con los sentidos abiertos; es escuchar las cosas con el corazón; es todo aquel momento bello contenido, como el sol de la mañana, la cara de un niño dormido, o el vuelo zigzagueante de un colibrí. En fin no hay definición y al mismo tiempo hay muchas, te invito a que tú hagas las propias.
La tarea del que escribe, es entonces, con humildad, con paciencia, transformar la belleza en palabras, y decirnos al oído que el alma y el amor existen.
Un paréntesis, ¿Y para qué sirve la poesía? : Yo creo que debemos de evitar la tentación de hacernos esta pregunta utilitaria. Tarde o temprano, nos vamos dando cuenta que esta interrogante, forma parte una pregunta más amplia: ¿Para qué sirve la vida, para qué sirve el universo? Y entonces comprendemos, que no servir no significa que no tenga importancia y llegamos a la deslumbrante conclusión: “lo importante no es para qué sirve la poesía, sino que exista”. Me parece que algo semejante, sucede con el alma.
La herejía.
Por último, déjenme compartirles una herejía. Y con esto no me estoy refiriendo al cristiano que disiente del dogma de la fe. Me refiero a tener atrevimiento eh invitarlos a que dediquen aunque sean unos minutos del día “al ocio total”, “al ocio creativo” (aristotélico), a emprender la resistencia al consumismo y a la prisa, a tener el valor eh inteligencia de detener, a hacer un alto, para dedicarnos a cosas simples, como leer, contemplar y conversar, a valorar el instante que vivimos, el más valioso de todos los instantes: éste preciso momento.
Afectuosamente, su amigo
Carlos A. Zertuche Zuani
carloszz54@hotmail.com
Enero 2010
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