Las historias nuestras de cada día.

Crecer por dentro

“Hoy puede ser un gran día plantéatelo así, aprovecharlo o que pase de largo, depende mucho de ti…” . - Joan Manuel Serrat.

Dedico este artículo al Arq. Eduardo Flores (Chapín) por ser una persona con alma siempre joven, inquieta y alegre.

Los últimos días del año fueron tiempo propicio para la lectura y la reflexión, el descanso me permitió cambiar de rutinas y divagar un poco, sin el agobio de las prisas y responsabilidades de la vida diaria.

Percibo cierto desánimo social, y a pesar de los buenos deseos que acompañan el inicio de un año, la sensación que prevalece es que algo o mucho no está bien. Ni siquiera parece haber estimulado suficiente a la ciudad el reciente campeonato de futbol. Los medios parecen empeñados en sólo resaltar lo malo, y me pregunto: ¿en dónde está el tiempo y espacio para las buenas noticias? No sólo parece que los malos van ganando sino que además acaparan mejor la atención.

Bueno, en esas andamos, sin embargo hoy quiero compartirte, estimado lector, una visión personal de ver las cosas; no voy a negar la realidad y el sinnúmero de problemas que hoy nos abruman, “pero” (y resalto el pero) te confieso que tengo una rara enfermedad, que no por ser enfermedad me interesa curarla, a la que he denominado “optimismo subversivo”. Ésta consiste en una obsesión extrema y desafiante de buscar y encontrar el lado amable de las personas y las cosas; de leer entre líneas el verdadero sentido de la vida.

Me di a la tarea entonces de buscar algo positivo y me encontré algunas historias que parecían estar levantando la mano para que alguien las contara. Déjame platicarte dos:

El tenor de un tenor.

Este mes cumple 70 años (más de 40 de éstos, cantando) y va a festejar su aniversario en su natal Madrid sobre el escenario del Teatro Real. Luce en excelentes condiciones, sobre todo si tomamos en cuenta que fue operado con éxito en el 2010 de un cáncer. Él nos dice que el regalo más grande que puede recibir de la vida es la maravilla de seguir cantando. Muchos de sus compañeros lo describen como un “tornado de sonido y sentimiento”. Me encontré unas palabras de él hace unos días, que bien podrían ser su “credo”, pero además parece que son palabras especialmente dirigidas a los mexicanos por su intención y momento; como queriendo decir que abramos los ojos y levantemos el alma, nos dice:

“Hay razones para creer en un mundo mejor. Yo mismo lo creo. Hace 25 años presencié la historia de personas como tú y yo que arriesgaron su vida para salvar a otras durante el terremoto de la ciudad de México. Fui testigo de la fuerza de la juventud movilizada para ayudar a los demás. Me dieron esperanza, una razón para creer. Pues bien, 25 años después hablo con ustedes para decirles que aún sigo creyendo. Creo que la vida vale la pena. Que el mundo es un lugar hermoso y admirable, que nos pide a gritos atención. Que las personas nacemos para ser libres y plenos y que lograrlo está en nuestras manos. Creo que hay que creer. Creo que mientras tengamos ideas podemos transformar al mundo. Yo tengo y te invito a tener razones para mantener viva la esperanza, razones para creer.”

No sé qué les pareció, pero a mí me parece un extraordinario discurso de motivación. Gracias Plácido, me has hecho sentir mejor y espero que a ustedes también.

No son castillos en el aire.

Alfonso tiene 74 años de edad, 52 de estar en el oficio: los libros. Él es una persona de esfuerzo, de trabajo, un guerrero. Sin embargo, acaba de anunciar que cierra su último proyecto librero, una librería enfocada a promover el hábito de la lectura entre el público infantil. La falta de motivación a la lectura por parte de los padres a los hijos y la tecnología fueron los detonantes para tomar la decisión. Te estarás preguntando: “¿Y qué tiene de positiva esta historia?”, dejo que el propio Alfonso conteste:

“Yo no veo a todo esto como un fracaso, porque hice el intento y en la vida hay que insistir en lo que uno cree. Y yo creo en la lectura como uno de los mejores hábitos para el desarrollo de una persona.”

Gracias Alfonso por tu lección, me acabas de enseñar que en la vida es mejor intentar aún a riesgo del fracaso que quedarnos en la duda. Yo por lo pronto te mando un abrazo, y te prometo promover la lectura entre los míos y leer más. Alfonso Castillo, hasta en tu nombre has llevado el compromiso de construir por la vida castillos de verdad. Los tuyos no fueron castillos en el aire.

Me despido de nuevo con Serrat:

“Hoy puede ser un gran día imposible de recuperar, un ejemplar único no lo dejes escapar. Pelea por lo que quieres y no desesperes si algo no anda bien, hoy puede ser un gran día y mañana también.”

Afectuosamente, su amigo

Carlos A. Zertuche Zuani

carloszz54@hotmail.com

Marzo 2011