El gusto y el susto de vivir un sueño.

Crecer por dentro

“Si quieres que alguien aprenda, enséñale.

Si quieres que alguien te siga, guíalo.

Pero si quieres que alguien cambie, inspíralo”.

Terry Barber

(The Inspiration Factor)

Dedico este artículo al Ing. Ramón de la Peña Manrique, un ser humano íntegro y comprometido, que practica lo que predica.

¡Hola queridos lectores!, aquí seguimos en esta aventura sorprendente que se llama vida. Rescato algunas ideas dentro de la avalancha a la que nos enfrenta el diario vivir, te comparto como siempre, historias breves que nos acercan a los sueños y a la dificultad a veces para lograrlos.

Algunas cosas personales. Estoy tomando un curso de ética docente y en la primera sesión nos hacen hincapié en la importancia de abrir un espacio a la autocrítica, reflexión y al sentido de propósito en el día a día. Más que al ¿qué? y el ¿cómo? nos invitan a pensar en el ¿por qué? de nuestra actividad como docentes. Parece a simple vista algo sencillo, pero me asombra la propuesta de que nos inviten a pensar y a retomar los pequeños espacios perdidos, que dignifican el valor de una persona. Esto nos permitiría, a través de la vida, orientar en forma positiva y trascendente las acciones. De nuevo, increíble, regresamos en el tiempo (a los Griegos), cuando los pensadores primigenios, desarrollaban y sembraban la semilla de la filosofía, estudiando la conducta humana y observando pacientemente a las estrellas.

¿Cuál es el signo de nuestro tiempo?, mucha información sin reflexión, aislamiento a pesar de la conectividad tecnológica, conocimiento sin sabiduría, preocupación por la inmediatez y sobrevivencia en una sociedad consumista, en donde todo se vale. Pensar duele, pero no hay de otra, lo valioso, bello, importante y trascendente nunca ha sido fácil.

Te comparto una historia. William fue un niño que sufrió tuberculosis cuando no existía tratamiento para la misma. Muy joven le fue amputada una de sus piernas y estuvo un año completo hospitalizado. Era un muchacho inquieto y le gustaba escribir, su incapacidad física no “incapacitó sus sueños”. Fue en ese momento deslumbrante, en medio de la tempestad, donde surgió la luz de una mente brillante que nos dejó un legado literario vigente hasta nuestros días. Cuando todo mundo pudiera apostar en una situación semejante, a la derrota, autocompasión y agonía, él persiguió sus sueños, luchó, sufrió y gozó por ellos. En el trayecto, fue escritor, crítico, ensayista y editor de revistas, periódicos y diccionarios durante 53 fructíferos años.

Mezclo esta historia con otra, para que veamos la trascendencia que pueden tener las acciones de un simple ser humano que entendió su sentido de propósito. Ahí les va, Nelson Mandela vivió durante 27 años un encierro injustificado, salió del mismo para involucrarse en la emancipación y unificación de Sudáfrica y ganar la presidencia. Él acudía diariamente, durante toda su etapa de encarcelamiento a buscar inspiración y fuerza en el poema “Invictus”. Ese poema era de William (W.Ernest Henley ), fue escrito en 1875 y a propósito, para que lo disfruten y mediten, se los comparto.

Fuera de la noche que me cubre, negra como el abismo de polo a polo, agradezco a cualquier dios que pudiera existir por mi alma inconquistable.

En las feroces garras de la circunstancia, ni me he gemido ni he gritado. Bajo los golpes del azar mi cabeza sangra, pero no se inclina.

Más allá de este lugar de ira y lágrimas es inminente el horror de la sombra, Y sin embargo la amenaza de los años me encuentra y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta, cuán cargada de castigos la sentencia.

Soy el amo de mi destino: Soy el capitán de mi alma.

Me despido con esta breve reflexión: “tomemos en cuenta que nuestra vida ha sido influida por otras generaciones y que nosotros podemos influir en las del futuro”.

¿Qué te parece, si pensamos un poco en esto cuando estemos en familia, con amigos o en el trabajo?

Afectuosamente, su amigo

Carlos A. Zertuche Zuani

carloszz54@hotmail.com

Marzo 2012