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Gente que cambia el mundo con un toque de locura.

  • Carlos A. Zertuche Zuani
  • Jul 23, 2015
  • 3 min read

Crecer por dentro



“Una vida sin riesgos es una vida sin compromisos. Una vida sin riesgos ni compromisos, es como morir un poco cada día”. - CAZZ


Dedico este artículo a todas aquellas personas que con sus locuras e imaginación, cambian al mundo.



Hola queridos lectores, espero se encuentren bien. Seguimos de sorpresas en sorpresas, de tal manera que vamos perdiendo la capacidad de asombro. Problemas globales, como las crisis sociales y económicas en Europa, y locales, que ya ni mencionarlas. Voy sin embargo, por el camino recogiendo los regalos que me da la vida, cosas simples como un amanecer, la sonrisa de un niño, el abrazo de un amigo o el dulce sabor de las uvas transmutadas en una copa de vino.


También acepto, las partes duras del regalo, como la incomprensión, las injusticias y el lado oscuro de la condición humana.


No estoy seguro de guardar el equilibrio que aconsejaba Aristóteles hace XXIV siglos, ¿En dónde está el punto medio? ¿En dónde puede mi alma sedienta y confundida encontrar el refugio a su sed?


En estas divagaciones ando, cuando me detengo para compartirte como siempre, un par de historias y locuras que me gustaría que fueran como tomar una taza de café en compañía de un ser querido. Recuerda que ese ser querido, pudieras ser tú mismo, ya lo decía Séneca en sus epístolas morales, “Retírate dentro de ti, sobretodo, cuando necesites del alma compañía”


La locura de Dick.


Dicen que hay que observar lo que todos observan y pensar en lo que nadie ha pensado. Richard (Dick) Fosbury no solo pensó diferente, sino que se atrevió e hizo las cosas diferentes.


Siendo apenas un muchacho de 16 años, estudió la técnica del salto de altura desde un punto de vista biomecánico, encontrando que era posible saltar de espalda el listón y lograr mayor altura. La culminación de su esfuerzo, tenacidad y dedicación fue la Olimpiada de México 68, en donde rompió el record olímpico y además, obtuvo la medalla de oro. Su técnica fue bautizada como “FosburyFlop”, siendo el método de salto de altura actualmente más usado en el mundo y su eficacia ha sido ampliamente demostrada.

Es interesante, el ver cómo la gente que cambia el mundo son inicialmente catalogados como locos o chiflados. La innovación o pensamiento creativo requieren en esencia salirse del patrón establecido, y eso trastorna al rebaño y lo incomoda. Estoy seguro que todos hemos percibido esa paradoja de la circunstancia humana, por un lado te exigen creatividad y cambio, y por otro cuando lo intentas, lo primero que recibes es cuestionamiento y rechazo.


Por eso es bueno contar historias como éstas, pues dignifican la capacidad humana para el cambio y el progreso. Dick hizo un invento radical: cuando todo el mundo le apostaba únicamente a saltar con las piernas, él saltó con su mente y con algo más hermoso, cruzó el listón mirando el cielo.

Bueno, los dejo pensando, y por lo pronto, qué les parece si en un juego de palabras seguimos su ejemplo y “fosburizamos” un poco nuestra vida y nuestro tiempo.


Una locura de primera.

La locura y el liderazgo son una combinación clásica. Ha sido ampliamente documentado en estudios que figuras históricas con trastornos de personalidad llegaron a la grandeza, precisamente, gracias a los tornillos que les faltaban. Nassir Ghaemi acaba de publicar un libro al respecto, “A first-ratemadness” (Una locura de primera), y hace notar que las depresiones y obsesiones que sufrían Churchill, Lincoln y Franklin D. Roosevelt, parecían transformarse en pensamientos y actitudes heroicas cuando ocurría una calamidad, y entonces, surgían los líderes gloriosos que demostraron ser.


El profesor en Neurociencias de la Universidad Johns Hopkins, David J. Linden, nos explica que hay individuos que durante las crisis tienen descarga de dopamina en los centros cerebrales del placer. Que dicho sea de paso, son las mismas áreas que resultan estimuladas por el abuso de sustancias. Esto pudiera explicar la “adicción épica” de personajes como Alejandro Magno, Otto von Biskmarck y Churchill, quienes al terminar un episodio delirante resolviendo una crisis, inmediatamente parecían querer saltar al vacío en búsqueda de nuevas y mejores emociones.


Por supuesto, no trato de decir que todos los líderes deben estar locos, pero les comparto la inquietud que siento, de que sí deben estarlo un poco.

Bien, queridos lectores les mando un fuerte abrazo para este cierre de año y lo mejor para el próximo. Les recomiendo saborear lo bueno de la vida y disfrutar a la familia y los amigos.


Afectuosamente, su amigo


Carlos A. Zertuche Zuani

carloszz54@hotmail.com

Enero 2012


 
 
 

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