La vida que nos tocó vivir.
- Carlos A. Zertuche Zuani
- Jul 23, 2015
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Crecer por dentro
“Te quiero en mi paraíso, es decir que en mi país, la gente viva feliz, aunque no tenga permiso…”. - Mario Benedetti
Dedico este artículo a la memoria de todas aquellas personas y familias que han sido víctimas de la violencia e inseguridad.
Estimados amigos, espero estén bien. Escribo este artículo, sensible por los recientes acontecimientos que han sacudido a nuestra comunidad, así como por el recuerdo, del décimo aniversario del ataque a las torres gemelas en Nueva York. Me resulta difícil entender, independientemente de la razón que se argumente, cómo se puede llegar a ese grado de barbarie. Por otro lado, mi hija Melina me compartió hace unos días, una carta escrita por una compañera (Daniela Gutiérrez) que cursa la licenciatura de letras en el Tec, me conmovió el contenido de la misma, refleja impotencia, miedo y frustración; pero lo que más llamó mi atención, es que esa “carta – grito” de desesperación, muestre tanta desolación y tristeza, en alguien que por su edad, debería de estar llena de sueños y esperanza.
Voy y vengo en mis pensamientos ¿para qué escribir?, lo hago en esta ocasión, como una especie de catarsis esperando rescatar la humanidad que me sostiene. Te comparto en esta ocasión un texto breve, con algunas ideas tomadas al vuelo sobre la “maravilla de vivir”, y un poema, que viene al caso en el sentido de que creer en “uno”, es una buena forma de empezar el camino y corregir el rumbo.
La vida es maravillosa.
Nos agasaja con la exuberancia del mango, con la generosidad del pan y la exquisitez del vino tinto, con el aroma del tabaco. Nos regala la misteriosa oportunidad de tocar, la de reconocer la textura, la de encontrarnos con la piel de quien amamos. Nos regala un mundo para descubrirlo.
Sorprende nuestros oídos con la exquisitez del violonchelo, con canciones, con sonatas, con sinfonías y con ese singular portento que es la voz humana.
Nos deslumbra con la lucidez de los filósofos, con la poesía, con la emoción de nombrar e intuir.
Nos permite encontrarnos con la posibilidad de crear y con la de crearnos. Un escrito, un dibujo, una tonada, un trazo o una línea, cualquier idea producto de nuestro esfuerzo nos refleja y nos recuerda la vida. De verdad, la vida es maravillosa.
Tal vez y precisamente porque podemos asomarnos al abismo de la nada, terminamos sorprendidos ante lo que pudo no haber sido: el milagro de la existencia, el de nuestra propia existencia.
La vida nos sorprende además con el amor, con la belleza, nos regala la fuerza del enamoramiento. Nos permite degustar el misticismo y el afecto, descubrir lo sublime y sabernos, extrañamente, parientes de lo eterno.
La vida es maravillosa porque nos regala a algunos la posibilidad de tener hijos y a todos, la de tener padres. Nos regala la generosidad de lo inútil, la posibilidad de amar, la de reconocernos queridos.
Nos permite adoptarnos, acercarnos, conocernos, sorprendernos, descubrirnos. Crear vínculos, ser con los otros, celebrar la fiesta del nosotros, construirla.
La vida es maravillosa también, porque no se deja ganar en generosidad, se muestra siempre dispuesta a reconfortarnos, recuperarnos y sorprendernos, para crecer.
Finalmente, la vida es maravillosa porque con todas sus luces y sus sombras, nos invita al escenario a definir una postura existencial, una especie de actitud fundamental, de la que emanan todos los demás posibles.
Uno
Uno son tres letras que componen la conciencia de una simple “singularidad”.
Uno puede ser, sólo eso “un número” o puede ser también, un tú y un yo.
Uno es nota y concierto y unidos varios “unos”, multitud.
Y uno decide en que creer: si en el bien, en la ternura, la confianza o la lealtad.
Y uno decide a quien amar: si me encierro a mí mismo o me doy a los demás, (que por cierto nunca están de más).
Uno alimenta la esperanza de entender cada mañana como una oportunidad.
Uno va enfrentando el desafío de elegir día con día una posibilidad.
Uno es quien rechaza los miedos, la pregunta irracional, la injusticia, intolerancia, apatía y el dolor.
Y uno va sintiendo el compromiso de elegir su circunstancia y cultivar su flor.
Y así, uno entiende la humildad de los instantes que engarzados en el tiempo forman una eternidad.
Y finalmente uno lucha, lucha y lucha… y aprendemos, aprendemos… que la palabra “basta” es importante que lo peor es no intentar que hay que encontrar un sentido darnos credibilidad que todos tenemos nombre y una madre que abrazar la madre se llama “Patria” y apellida “Libertad”.
Tomando en cuenta que nada es para siempre y que todo puede cambiar en un instante, me despido de ustedes, queridos amigos, compartiéndoles la solución que le daba “Zorba el griego” a la adversidad: “bailar”.
Ya me voy, ahorita vengo, voy a buscar a mi pareja, no hay que llorar, hay que bailar, que la vida es un carnaval y las penas se van bailando…
Afectuosamente, su amigo
Carlos A. Zertuche Zuani
carloszz54@hotmail.com
Noviembre 2011
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