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Apuntes de mis soledades y desvelos.

  • Carlos A. Zertuche Zuani
  • Jul 27, 2015
  • 4 min read

Crecer por Dentro



“… preguntó Eugéne Reynal ¿quién era el pequeño príncipe que frecuentemente aparecía en los apuntes de su escrito? Poca cosa- contestó – es el niño que siempre llevo en mi corazón”.

Antoine Saint- Exupéry.


Dedico este artículo a una de las niñas que siempre llevo dentro: Mi hija Melina.



Hola querido lector, amigo. Agradezco que tomes un poco de tu tiempo para la reflexión y las ideas. Acelerados cómo andamos, es imposible paladear el fruto cotidiano que la vida nos ofrece. Te hago una invitación a detenernos un instante, a respirar profundo, a dejar que “la nada” nos envuelva, en pocas palabras, a que simplemente sintamos el soplo vital de la existencia.


Una observación, veo en las generaciones nuevas una tendencia obsesiva hacia la imagen y un desprecio sutil a las palabras. Se privilegia el concepto más o menos digerido (imágenes), sobre las palabras llenas de significados. No minimizo la belleza estética del arcoíris, los colores, las figuras, la sombra y el contraste; pero la vista es solo un canal informativo y el lenguaje es, en contraparte, la suma de todos los sentidos. Es la expresión del ser, de la inteligencia, de la emoción, en fin, las palabras son ni más ni menos: el pensamiento mismo.


Dejo la observación anterior en el tintero, creo que estamos viviendo un mundo más visual que conceptual, y como yo aspiro al equilibrio y armonía, te comparto en las siguientes líneas de mí escrito dos ideas y sus respectivos laberintos.



Más allá de las palabras.


Las palabras no son más que una suma afortunada, de letras y vocablos. Son simbolismos con significados encriptados, que invitan a la imaginación, pero también a la acción, de perseguir los sueños a través de la lucha y la conquista. Las palabras son el faro que guía al navegante o explorador hacia búsqueda de la tierra prometida. No sé si ya te ha pasado esto, que cuando vuelves a leer algún escrito (novela, cuento, ensayo o poesía) encuentras aspectos diferentes no apreciados en la primer lectura. Esto quiere decir que en cualquier texto, existe lo evidente y lo oculto, el mensaje y el meta mensaje, lo que se dice y lo que se quiso decir. Todo esto matizado por la emoción particular, la circunstancia del momento que se vive.

Hagamos un ejercicio, quien quite y nos retrase la ceguera mental que a todo nos espera. Tratemos de descubrir el sentido interno de las palabras, de lo que decimos y sentimos, pero sobre todo vivimos. Busquemos la expresión del alma recorriendo las palabras, te invoco a deleitarnos con la magia del lenguaje, y a que por medio de él encontremos el acertijo del cofre de riqueza, del mundo en que vivimos.



El niño eterno.


Termino de leer un artículo esplendido, fantástico. Te resumo los conceptos esenciales.

Al inicio de los tiempos los hombres y mujeres comprendieron que era mejor vivir en grupo, y surgieron entonces las tribus, los pueblos y comunidades. También se dieron cuenta que para transmitir las ideas y los valores, era importante reseñar sus historias: los orígenes de la aldea, las hazañas de guerreros, los hechos heroicos, en fin, todo aquello que debía ser recordado y de ser posible imitado por generaciones futuras. Primero fue la narrativa oral y después la escrita.


Uno de los géneros literarios que mejor documentan la condición humana, es el cuento. Y hoy te quiero platicar la historia de un contador de cuentos extraordinaria. Él escribió un pequeño cuento en donde trató de enseñarles a los adultos a reconciliarse con el niño interno y roto que todos llevamos dentro. A través de su libro asombrosamente nos toma desde el inicio de la mano, y nos va llevando de la ignorancia al conocimiento, de lo cotidiano a lo maravilloso, de lo superficial a lo profundo, y a través de un mapa compuesto de palabras y significados, nos lleva a encontrar un tesoro perdido: Nuestra infancia.


El autor de esta historia era un aventurero, un piloto, un héroe. Y como sabemos los héroes son cosa seria, pero en 1941 en un momento de alucinación autobiográfica producto de sus desventuras y tormentos, emprendió venturosamente la misión más peligrosa: Escribir un libro para niños.


El 31 de Julio de 1944 Antoine Saint-Exupéry partió en una misión. Jamás regreso y nunca se pudieron recuperar sus restos. Pero si tú y yo cerramos los ojos, seguramente encontraremos a un “Principito” que nos recibe con los brazos abiertos, y nos dice en una simple frase lo que significa el universo: “No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.


P.D: En 1943 fue publicado por primera vez “El Principito”, una obra clásica. El niño tiene ya 70 años, y nos sigue cautivando por su sencillez y trascendencia. Seguramente cuando fue escrito, el autor sabía que la humanidad necesitaba un poco de esperanza y de consuelo.


Te prometí dos ideas. Espero las hayas disfrutado.


Afectuosamente, su amigo


Carlos A. Zertuche Zuani

carloszz54@hotmail.com

Mayo 2013


 
 
 

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