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Las ideas y la vida.

  • Carlos A. Zertuche Zuan
  • Jul 27, 2015
  • 3 min read

Crecer por dentro



“Un invasión armada puede ser resistida, pero nunca una idea a la que le llegó su tiempo.”

Víctor Hugo.


Dedico éste artículo a Paul Brunet, por su amistad y capacidad de llevar las ideas a la acción.



Hay tres actividades que deberíamos de fomentar: la lectura, la conversación y la contemplación. Todas ellas estimulan el conocimiento, los sentimientos y la imaginación. En pocas palabras, nos conectan con el mundo en que vivimos y al mismo tiempo, con nuestra conciencia. Frecuentemente, es en esos ambientes, en donde surgen las ideas, los sueños y las decisiones que van marcando la vida. Precisamente de esto, de “ideas”, es de lo que hoy te quiero platicar.



Creatividad e innovación.


La creatividad se nutre de la imaginación, es descubrir y construir el pensamiento, ver el mundo no sólo diferente, sino con ojos diferentes. Cosas nuevas, nunca vistas. La creatividad es el proceso, la innovación el resultado; la creatividad da placer y disfrute interno, la innovación valor; la creatividad es valiosa en sí misma, la innovación depende de lo que le rodea y su aplicación; la creatividad es la eficiencia de la mente, la innovación es la eficacia.


Para que la creatividad e innovación se den, hay que hacer siempre las preguntas adecuadas, de la manera suficiente, a la gente correcta. Todo mundo tiene opiniones y sugerencias, lo importante, es enfocarnos en situaciones concretas. La mayor parte de las soluciones ya existen, lo que debemos hacer es: descubrirlas, más que crearlas, observar lo que se hace y aplica en otras disciplinas.


Las lluvias de ideas, siempre he creído, que deberían de ser más estructuradas, para no terminar todos mojados y sin saber por qué.


Letras, números y notas musicales, ahí están, yo sé que mucha gente reconoce éstos símbolos, pero la clave es darnos tiempo para ordenarlos y armonizarlos de manera tal que nos deslumbre el conocimiento, la emoción y la belleza.



La verdad y honestidad.


Emmanuel Kant veía la verdad como un imperativo categórico: “La verdad ante todo es una obligación moral sin importar las consecuencias ni las circunstancias. Pues de no ser así, todo mundo puede mentir cuando le venga en gana.” Pido disculpas a filósofo tan insigne, pero no creo en los absolutos. Creo que la prudencia, tolerancia, honestidad y sabiduría, están por encima de la verdad (sin menospreciarla). Lo más importante es entender la condición humana, la diversidad y el dinamismo de la existencia. Insisto, en que lo importante es cuidar el alma, el corazón de las personas. ¿De qué sirve una verdad que daña y que destruye? ¿De qué sirve una verdad que se sustenta en la perfección y no en lo perfectible? La honestidad, la prudencia y la tolerancia hacia nuestros semejantes, son una forma de amar. La verdad absoluta no tiene escalas y puede ser egoísta. Hay verdades que elevan y hay verdades que tumban. Ser honesto pondera, distingue los qué, los cómo, los dónde y los por qué, concilia el amor con el deber. También podemos decir que hay una relación entre decir la verdad y ser honesto, sin embargo, la honestidad nos humaniza, está en cada uno de nosotros y cada uno somos nuestro propio juez.



El arte de la persuasión.


Antes de establecer el discurso, debemos planear las palabras. Siempre debemos aspirar al encuentro de los puntos comunes, aún a sabiendas que esto puede ser imposible. Buscar el consenso de los posibles, dentro de los imposibles. El descenso puede ser incómodo pero importante, pues abre nuestra mente a ideas nuevas.


El diálogo, más que privilegiar los acuerdos debe sustentarse del respeto y visualizar siempre como fin último el bien común. Deberíamos de resaltar las coincidencias y vestirnos de tolerancia y humildad, ver más allá, por encima del hombro de nuestro egoísmo hacia la luz de la verdad. No hay nada que entusiasme más que hacer sentir a todos parte del proyecto, del cambio, del triunfo, de las soluciones. Más que personalizar, ciudadanizar los acuerdos. Cuando los retos son demasiado grandes debemos ejercitar nuestras fortalezas, medir la distancia, calcular el esfuerzo y nunca perder de vista, ni el rumbo, la película del éxito completa, ni el placer del trayecto. Las metas elevadas, trascendentes, requieren de un esfuerzo igualmente mayor y si llegamos acompañados, mejor.



Frases cortas, palabras poderosas.


“No hay que escoger a los amigos por lo que esperas de ellos, sino por los defectos que puedas soportar.” –Juan Villoro.


“Una verdad indestructible, depende de tolerar carencias, no de exigir virtudes.”

– Juan Villoro.


Me despido con una simple reflexión, escribir es un ejercicio interesante, pues al vestir con palabras las ideas, compartimos nuestro pensar y sentir. Te invito a pensar y sentir.


Afectuosamente, su amigo


Carlos A. Zertuche Zuani

carloszz54@hotmail.com

Diciembre 2013


 
 
 

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