La Vida es Corta
- Carlos A. Zertuche Zuani
- May 25, 2016
- 3 min read

Crecer por dentro
“Breve es el tiempo que la vida nos da. Pero el recuerdo de una vida bien empleada es eterno”
Filípicas, Cicerón
Dedico éste artículo a mi hermano Roberto, hombre que sabe que la fe no hace las cosas fáciles, sino posibles.
La vida es corta y más cuando te acercas al final. Nunca he sido de pensamientos negativos, es más, me confieso como un optimista incorregible. Es probable que esta actitud proclive a la esperanza y a resaltar lo bueno y el bien, ni siquiera dependa de mí, sino de lo que la experta en el estudio de la felicidad Sonja Lyubomirsky ha denominado “Punto de referencia genético de tendencia al bienestar”. Pero bueno, independientemente de privilegiar la primavera y el canto de las aves, acepto y reconozco el invierno, el frío y la soledad. Una cosa es mirar al cielo y otra cosa es perder contacto con la realidad. Todo es parte de un ciclo en la vida de valles y colinas, de cúspides y abismos.
Cada ser humano es único e irrepetible, me gusta agregar además, que nuestra naturaleza es dinámica y flexible. Durante el transcurso del tiempo vamos mutando, las experiencias van transformando la condición del ser. Regreso al optimismo, si las cosas salen bien, me queda aproximadamente un tercio de vida y no lo pienso desperdiciar. El más valioso de los recursos es el tiempo y le pido a mi Dios (y ustedes pídanle al suyo) un poco más. Para ser honesto, no tengo prisa en saludar a los que ya partieron, aunque me esperen con los brazos abiertos en la puerta celestial. Me gustaría resolver algunos asuntos pendientes que llevo en la bitácora guardada en mi cajón. Por lo pronto, he decidido ser más enfocado y selectivo en las actividades y convivencias con los demás. Todo empieza con algo muy simple, hacerme las siguientes preguntas: si la vida es finita, ¿cómo aprovecharla más? o, si nadie puede asegurar un mañana, ¿por qué no dedicar más tiempo y energía a extraerle la alegría al día de hoy? Repito, me interesa ser más enfocado, selectivo y simple. Menos cantidad, más calidad. Plenitud consciente, guardar imágenes, ver la pirotecnia de luces y colores, saborear los momentos, respirar la vida para después, exhalar despacio y dejarla ir.
Quiero tocar a las personas, más en el alma que en la piel. Besar, abrazar, en fin, sentir la energía de los otros y el latir de un solo corazón. Privilegiar los placeres momentáneos sobre mis metas existenciales; al fin y al cabo, no somos más que un organismo en permanente construcción.
Voy a aspirar a lo óptimo del día a día, más que a la perfección. Más oración, meditación, espiritualidad, reflexión e introspección, y menos televisión y iPhone. Hacer preguntas sin esperar respuestas totales ni perfectas. Definir cómo me gustaría pasar el tiempo y con quién. Hacer todos los días un examen de consciencia. Orientar mi camino en el sentido de que yo soy el responsable de mi vida y dejar de culpar a los demás. Asumir el poder y el compromiso de ser creativo en mejorar la situación (ambiente, familia, sociedad), aprender del pasado para elegir mejor hacia el futuro. Ya lo decía León Tolstoi: “Todos piensan en cambiar al mundo, pero pocos piensan en cambiarse a sí mismos”.
No pretendo ser modelo de nadie ni de nada, solo me reconozco como un observador y pensador sensible de lo que ocurre a mí alrededor; tomo nota, registro y desarrollo las ideas. Mi deseo íntimo: expresar la voz de la cotidianeidad. Fuera de lo singular de cada existencia, todos somos parte de un mismo ciclo vital.
Finalmente, te comparto el por qué me gusta convivir (amigos, familia, pasada, presente y futura) porque creo firmemente:
“La vida es corta, no hay tiempo para enfrentamientos inútiles o pedidos de cuenta. Solo hay tiempo para amar y dejarse amar, pequeños momentos, pequeños instantes. Una buena vida se construye con algo relativamente simple: Cultivando el amor y las buenas relaciones”.
Afectuosamente, su amigo
Carlos A. Zertuche Zuani
carloszz54@hotmail.com
Mayo 2010
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