La conspiración de las consciencias.
- Carlos A. Zertuche Zuani
- May 3, 2017
- 4 min read

Crecer por dentro
“La visión se aclarará solamente cuando te atrevas a mirar a tu propio corazón. Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta".
Carl Jung
Dedico este artículo a: los libros que leí de niño que me inspiraron a seguir leyendo.
Hola queridos lectores, aquí estoy de nueva cuenta. Acaricio mi pluma preferida y la deslizo suavemente en la hoja de papel, me parezco al pintor que antes de enfrentarse al lienzo, toma el pincel para expresar en imágenes lo que su mente y corazón quiere decir. La hoja en su blancura virginal minimalista, me provoca. Parecería que unos labios entreabiertos invitaran a besar.
Leo de aquí, y leo de allá. Hay tantos libros como pensamientos hay. No todo es luz y comprensión, mucho de lo que leo es también sombra y confusión. En muchas ocasiones, encuentro la respuesta clara y precisa pero debo reconocer que a veces, una pregunta me lleva a otra causándome mayores dudas y ansiedad. Yo creo que la vida es el libro más importante, son infinitas las preguntas que me maravillan y sorprenden.
He comentado en otras ocasiones que me gusta explorar ideas y observar con sensibilidad lo que sucede, recojo del camino lo que encuentro, le doy la propia interpretación, elaboro, concluyo y comparto. Uno de los mejores ejercicios que conozco de la mente es la práctica de la argumentación y razonamiento crítico, en el entendido que todos debemos respetar el principio universal de la falibilidad y de intentar en lo posible, la aproximación a la verdad. Ya lo dice Fernando Savater: pensar no es lo mismo que entender. Un ejemplo simple: leemos una oración, se despiertan en la mente imágenes y conceptos y al final, seguimos sin comprender.
Les voy a compartir 3 ideas para la reflexión. Aspiro sacudir un poco la cotidianeidad, pensar, sentir, pero sobre todo disfrutar.
La herencia y la experiencia.
Muchas de nuestras elecciones, carecen de sustento racional, muchos de nuestros gustos, inclinaciones, aficiones, nacen de los instintos. Voy por la galería de arte y un cuadro entre muchos me llama la atención, parecería inclusive que me dice: ven. Apenas he cruzado unas palabras con determinada persona, y su rostro, su lenguaje corporal, me transmite confianza, le creo cuando me dice: no te preocupes, nada malo va a pasar. No soy experto en música clásica, y sin embargo, esa sinfonía particular despierta en mí sentimientos insospechados y me hace detener por segundos, emocionado, la respiración. El razonamiento no siempre es racional, los sentimientos son menos complicados, se mueven misteriosos, con sigilosa libertad, no piden justificaciones, simplemente, están ahí. En otras partes, en otros tiempos, algo sucedió, que me hizo diferente el día de hoy. Somos una mezcla de experiencias que aspiran a la inmortalidad.
Todos somos uno.
Todos traemos cientos de generaciones en las venas. Yo vengo de muchas sangres. Lo extraordinario de cada uno, lo único, lo irrepetible, depende de la mezcla de sueños y vivencias que llevamos. Leo a Carl Jung y entiendo el significado de lo que él llamó el “inconsciente colectivo”. Los instantes impactantes de cada generación han quedado para siempre grabados en nuestra consciencia. No solo heredamos las características biológicas y estructurales, sino que heredamos también un código viviente de experiencias anteriores; esto pudiera explicar el: ¿creo que ya estuve aquí?, intuir lo que va a suceder o reconocer entre la multitud a la persona amada. En fin, no heredamos solo el color de nuestros ojos sino las vicisitudes de otros tiempos, de otras almas; creo que todos somos producto de la conspiración de las consciencias.
El espíritu bohemio.
Leía hace tiempo a Armando Fuentes Aguirre (Catón) y transcribo la idea fundamental.
“Entre Dios y los hombres, los poetas. Ellos traducen para los humanos el misterioso lenguaje de la Divinidad, y le dicen a Dios lo que los hombres, mudos por más que hablen, no le pueden decir. El poeta toma las palabras y les da brillo, como hace el lapidario con la piedra, y las convierte en joyas.”
Me pregunto a veces ¿qué sentido tiene escribir? ¿para qué sirve la poesía? ¿serán preguntas con respuesta? No lo sé. Lo que sí creo, es que es una forma de expresión de la consciencia y si queremos ser un poco poetas; habría que decir que es el lenguaje alucinante y luminoso del alma. Escribir (no necesariamente poesía) es un ejercicio de introspección y argumentación solitario que puede tener repercusiones públicas; es hacer catarsis a través de las palabras de lo que la vida nos da. Hay algo de trastorno obsesivo compulsivo en escribir, pudieras tener o no talento, pero sin disciplina y autoestudio; nada se puede hacer. Bueno, también es importante la suerte y la sensibilidad para dejarte sorprender con el milagro de la estrella fugaz y el abanico del pavo real.
Si llegaron hasta aquí, les tengo un obsequio final, ahí les va:
Te quiero… Sí
porque soy parte de ti y tú de mí
porque en tu rostro
veo el reflejo de los años tuyos
que son también, la suma de los míos.
Te quiero… Sí
porque el amor que me despiertas
rebasa la barrera de los tiempos
y así, cuando la noche caiga
y ya no estemos
cuando el sol de la vida
no sea nuestro
nada podrá impedir
que en dónde estés o dónde estemos
pueda decirte simplemente
¡Te quiero… sí, porque te quiero!
Afectuosamente, su amigo
Carlos A. Zertuche Zuani
carloszz54@hotmail.com
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